La pobreza, la castidad y la obediencia de los religiosos son signos de esperanza, dice el Papa
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- El modo en que las mujeres y los hombres consagrados viven sus votos de pobreza, castidad y obediencia puede ofrecer luz y esperanza a un mundo que busca relaciones auténticas marcadas por el amor y la entrega, dijo el Papa Francisco.
Celebrando la oración de las vísperas del 1 de febrero, en la vigilia de la fiesta de la Presentación del Señor y de la celebración de la Iglesia Católica de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el Papa agradeció a los miembros de las congregaciones religiosas por su testimonio, diciendo que es "un fermento para la Iglesia".
El Papa Francisco estuvo acompañado por cientos de hermanas, hermanos, vírgenes consagradas y sacerdotes de órdenes religiosas, incluida la nueva dirección del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica: La Misionera de la Consolata Simona Brambilla, prefecta; y el cardenal Ángel Fernández Artime, salesiano, pro-prefecto.
Según las estadísticas del Vaticano, hay cerca de 600.000 religiosas profesas en la Iglesia católica. El número de religiosos sacerdotes es de unos 128.500 y el de hermanos religiosos se acerca a los 50.000.
Las vísperas de la fiesta de la Presentación, también conocida como la Candelaria, comenzaron con ocho religiosas y religiosos encendiendo velas alrededor del altar mayor de la Basílica de San Pedro, evocando la celebración de la fiesta en la que Simeón y Ana reconocieron a Cristo como la luz del mundo cuando María y José lo presentaron en el templo.
Los diáconos colocaron incienso en tres grandes braseros al pie del altar, para representar oraciones alzadas al cielo.
En su homilía, el Papa Francisco se centró en cómo la consagración religiosa tiene como objetivo imitar a Jesús y su completa devoción a hacer la voluntad de Dios, y cómo "por medio de los votos de pobreza, castidad y obediencia que profesaron, ustedes también pueden ser portadores de luz para las mujeres y los hombres de nuestro tiempo".
A través de la pobreza, dijo el Papa, los religiosos muestran cómo las cosas tienen valor "en el orden del amor, rechaza todo lo que puede ofuscar su belleza -- el egoísmo, la codicia, la dependencia, el uso violento y con objetivos de Muerte -- mientras abraza, en cambio, todo lo que la puede enaltecer: la sobriedad, la generosidad, el compartir, la solidaridad".
Elegir la castidad y no el matrimonio, dijo el Papa, "reafirma el primado absoluto, para el ser humano, del amor de Dios, acogido con corazón indiviso y nupcial".
Con demasiada frecuencia, dijo, el mundo está marcado por "formas distorsionadas de afectividad, en el que el principio de lo que a mí me gusta -- este principio -- impulsa a buscar en el otro más la satisfacción de las propias necesidades que la alegría de un encuentro fecundo".
"El esposo y la esposa de toda la vida se sustituyen con el compañero o compañera del momento", dijo el Papa Francisco, "los hijos, en vez de ser acogidos como un don, se pretenden como un 'derecho' o se eliminan como un 'un estorbo'".
El amor casto de una persona consagrada, por otra parte, muestra a los hombres y mujeres modernos "un camino de sanación del mal del aislamiento, en el ejercicio de una manera de amar libre y liberadora, que acoge y respeta a todos y no obliga ni rechaza a ninguno", dijo el Papa.
La obediencia que se ejerce en las comunidades religiosas, dijo, es "un signo para nuestra sociedad" porque se basa en escucharse unos a otros y luego actuar, "aun a costa de renunciar a los propios gustos, programas y preferencias".