Detalles del milagro de LA que permitirá a la canonización del Beato Frassati
LOS ÁNGELES (OSV News) -- Para quienes conocían la extraña historia del tobillo de Juan Gutiérrez, o incluso partes de ella, era difícil evitar mencionar la palabra "milagro".
Las circunstancias: una lesión casual, ocurrida jugando al baloncesto, un consejo médico erróneo, unas inspiraciones inesperadas y recibidas durante la oración, una curación repentina y la sorprendente intervención del Vaticano.
Aunque la noticia de la inexplicable recuperación que experimentó Gutiérrez después de haberse desgarrado el tendón de Aquiles llegó a difundirse, esa difusión no se propagó mucho, por lo menos, no más allá del lugar en el que empezó la historia, es decir, no más lejos del Seminario de San Juan, en Camarillo, California, en el que recibió formación Juan y otros futuros sacerdotes de la Arquidiócesis de Los Ángeles y de otras diócesis católicas del área oeste de Estados Unidos.
El acontecimiento fue lo suficientemente notable como para que se enterara de él una cantidad razonable de personas, en tanto que la actitud modesta y tímida de Gutiérrez parecía buscar desviar la atención de todo esto.
Pero esta extraña combinación de circunstancias acabaría resultando providencial, pues confundió a las autoridades médicas, cambió la vida de este seminarista anónimo y lo vinculó perpetuamente con otro joven, Pier Giorgio Frassati, quien falleció hace casi 100 años y será declarado santo de la Iglesia Católica en agosto, a causa del milagro sucedido al tobillo de Juan Gutiérrez.
---La lesión---
Esta inusitada historia tuvo su inicio en Texcoco, una ciudad ubicada en las periferias de la Ciudad de México, en la cual nació Juan Manuel Gutiérrez en el año 1986. Sus padres se separaron cuando él tenía 2 años, pero a los 19, el joven Gutiérrez emigró a los Estados Unidos, con el fin de reunirse con su padre, en Omaha.
Fue allí donde, después de haber sido invitado a un retiro de un fin de semana, vivió un retorno a esa fe católica de su juventud, de la cual se había alejado. Muy pronto, se sintió incapaz de pasar por alto la intuición de que estaba siendo llamado al sacerdocio, por lo que finalmente terminó solicitando su entrada en el seminario de Los Ángeles.
En 2013, dio comienzo a sus estudios universitarios en la Casa Juan Diego, la casa de formación de la arquidiócesis, situada en Gardena. Y cuando él y sus compañeros de clase se graduaron en 2017, pasaron al Seminario de San Juan para continuar allí sus estudios.
Muy pronto, Gutiérrez se enteró de que todos los seminaristas de San Juan iban a jugar al baloncesto los lunes, en un gimnasio cercano, situado en Camarillo. Aun si Gutiérrez no era exactamente un atleta, siempre había disfrutado de los deportes desde que era joven, muy especialmente del baloncesto y del fútbol, y la oportunidad que se le presentaba de practicar nuevamente estos deportes representó un atractivo especial para él en su vida del seminario.
El 25 de septiembre de 2017, cuando Gutiérrez entró a la cancha, recuerda que: "Realmente no calenté" ese día.
A los pocos minutos de juego, Gutiérrez tuvo la sensación como de que alguien le hubiera golpeado el tobillo derecho, a lo cual siguió un sonido: "¡Pop!".
"Cuando escuché el pop, miré a mi alrededor y vi que no había nadie allí", recuerda Gutiérrez, "absolutamente nadie".
Lo que sí notó fue que ya no podía caminar normalmente. Gutiérrez se dirigió a la banca y fue conducido en auto de regreso al seminario de San Juan.
Gutiérrez recuerda haber pensado que la lesión "no era tan grave", pero el dolor que empezó a sentir no lo dejó dormir mucho esa noche. Durante algunos días, se estuvo esforzando por asistir a clases y por cumplir con el horario de oración del seminario. Pero cuando hubo otro seminarista que decidió acudir al hospital para que lo examinaran de una lesión, Gutiérrez se dio cuenta de que más valía que él lo acompañara también.
En el hospital, la radiografía no reveló que hubiera ningún hueso roto. Un médico le recetó analgésicos y le dijo a Gutiérrez que lo más probable era que se tratara de una lesión muscular.
De regreso en el seminario, uno de los compañeros de clase de Gutiérrez se dio cuenta de que él estaba cojeando -- René Haarpaintner, quien era un viudo, de unos 50 años de edad, y que había dejado su práctica médica para ingresar en el seminario. Tenía todavía sus licencias para ejercer como quiropráctico y le sugirió a Gutiérrez que caminara con muletas para permitir que sanara su músculo lesionado.
"Se veía muy mal", recuerda Haarpaintner, quien fue ordenado sacerdote en 2023, un año después del padre Gutiérrez. "Su pierna estaba hinchada por todas partes y realmente no se le podía palpar (tocar) mucho porque la hinchazón era tan grande que su piel estaba toda azul".
Cuando el dolor de Gutiérrez empeoró durante las siguientes semanas, Haarpaintner le enseñó algunos ejercicios de estiramiento para que probara de hacerlos.
Gutiérrez los realizó, obedientemente, aun si los estiramientos resultaron ser muy dolorosos.
A medida que el dolor de Gutiérrez fue empeorando, Haarpaintner supuso que había sufrido un daño en los ligamentos. Pero para confirmarlo se requeriría de una resonancia magnética, y la primera cita disponible para esto era hasta el 31 de octubre, lo cual en esas fechas implicaba una espera de casi tres semanas.
Entre tanto, Haarpaintner le sugirió a Gutiérrez que no apoyara el pie en lo absoluto. Así que pasó el mes utilizando un inmovilizador neumático para extremidades que le prestaron y una férula improvisada. La mañana de Halloween, manejó al laboratorio de radiología para hacerse la resonancia magnética.
Horas después, cuando Gutiérrez estaba abriendo la puerta del seminario, sonó su teléfono. Era el médico.
Cuando vio el identificador de llamadas, recuerda Gutiérrez, "supe que algo andaba muy mal".
"Ni siquiera lo saludé. Solamente levanté el teléfono y le dije: Es malo, ¿verdad?".Y estaba en lo cierto: "Tienes desgarrado el tendón de Aquiles".
El médico le dijo a Gutiérrez que hiciera una cita con un cirujano ortopédico pues la cirugía sería su mejor opción.
Una sensación de pavor se apoderó del seminarista. La cirugía implicaría un tiempo largo y doloroso de recuperación. Y no había duda de que su rendimiento escolar se vería afectado; además ¿cómo pagaría la cirugía? Todavía no había hablado sobre su lesión ni con su familia de Nebraska ni con la de México.
Gutiérrez pasó esa noche en su habitación, buscando en Google: "lesiones del tendón de Aquiles". Las imágenes de sangre y las historias de infecciones asociadas a la cirugía de ese tendón sólo aumentaron más su angustia.
---'Ayuda de arriba'---
El día siguiente, 1 de noviembre, fue el día en que la Iglesia Católica celebra a "Todos los Santos", rememorando a todos los hombres y mujeres santos que están en el cielo. Después de asistir a la Misa en la capilla del seminario, Gutiérrez se quedó ahí un rato; se sentía afligido por la noticia sobre su lesión.
"Estuve allí, orando, y de repente llegué como a una conclusión: "Creo que necesito ayuda de arriba", recuerda. "Estaba yo teniendo esta conversación conmigo mismo, en mi mente".
En un momento dado, se le ocurrió una idea: "Bueno, y ¿por qué no haces una novena?".
No se trataba de una idea inusitada pues en su infancia, Gutiérrez había rezado en muchas ocasiones ese tipo de devociones de nueve días, dirigidas a distintos santos. Las novenas no son "mágicas", como él se había llegado a dar cuenta, sino "una travesía de fe y de oración".Para Gutiérrez, la pregunta era: ¿a quién le rezo? Entonces la conversación, sí que tomó un giro extraño.
"Hubo un ligero susurro en mi cabeza que me decía: ¿Por qué no se la rezas al beato Pier Giorgio Frassati?. Recuerdo que pensé: Ah, sí, es una buena idea".
Era un pensamiento peculiar, ya que Gutiérrez no le tenía propiamente ninguna devoción personal a Frassati. Lo había conocido del mismo modo que a tantos otros santos anteriormente, es decir, a través de videos de YouTube.
Frassati había nacido en Turín, Italia, en 1901, y había sido hijo de Alfredo Frassati -- un periodista (que más tarde sería político y diplomático) que fundó el importante periódico italiano La Stampa -- y de Adelaide Ametis, una reconocida pintora.
---Intercesión de un joven moderno---
Su padre era agnóstico, pero, desde muy joven, Frassati desarrolló una profunda devoción a la Eucaristía, empezó a asistir a misa diariamente y a pasar largas horas de oración, ante la presencia del Santísimo Sacramento. Con el tiempo, invertiría gran parte de su fortuna en ayudar a los pobres de la localidad.
Murió en 1925, pocos días después de contraer la polio, probablemente a causa de las visitas que hacía a los enfermos de una zona marginal de Turín. Contaba con tan sólo 24 años de edad.
Cientos de pobres de la ciudad fueron siguiendo su ataúd durante su cortejo fú