El amor de Jesús en la Eucaristía se derrama y se vuelve el centro de nuestras vidas

INDIANÁPOLIS (OSV News) -- El milagro de la Eucaristía, el verbo hecho carne, es la promesa de Cristo “que proviene del amor llevado al extremo”, dijo el cardenal de Boston, Seán P. O'Malley, en el segundo día del Congreso Eucarístico Nacional en Indianápolis.

“El amor de Dios es tan inventivo que ha ideado una manera de estar cerca de nosotros y permitirnos estar unidos a él y a nuestros hermanos discípulos que comparten el mismo pan y la misma copa”, expresó durante la Misa en español, ofrecida durante el congreso el 18 de julio. “Durante 2000 años, hemos experimentado como la Iglesia se ha desarrollado en torno al altar y en torno a la fracción del pan”.

Frente cientos de personas, el cardenal habló del discurso eucarístico donde Jesús se describe a sí mismo como el pan que ha bajado del cielo y cómo esta enseñanza sorprendió a muchos.

Pero Jesús no les dijo que estaba bromeando o que era “una metáfora” porque “Jesús dijo lo que quiso decir. Que Él nos dará su carne, su sangre como alimento y bebida en la eucaristía”.

El mundo está gobernado por personas que se han olvidado de Dios, manifestó el cardenal. “Y cuando nos olvidamos de Dios, quedamos desorientados. Olvidamos quiénes somos y … por qué estamos aquí y qué es nuestro propósito, qué es nuestra misión”.

El cardenal señaló que, hace 2000 años, Jesús nos dijo: “hagan esto en memoria mía”, lo que significa “Nunca olvides mi amor”.

Jesús nos dijo: “Siempre estaré contigo si me reconoces en la fracción de pan,” recordó.

A veces la amnesia espiritual provoca angustia, pero es importante recordar que la gente va a la Misa, no para entretenerse o escuchar un sermón o un concierto, pero están allí “por su fe -- una fe inquebrantable (por) Jesús presente en nuestro altar”.

Este Congreso Eucarístico es importante para recordar esto y “profundizar en nosotros nuestro amor por la Eucaristía como el centro de nuestras vidas como discípulos de Cristo, (que) estamos aquí, hoy, para proclamar ante el mundo que Dios no se ha olvidado de nosotros todavía. Él nos ama y nos alimenta”.

Después de la Misa, que fue concelebrada por varios obispos y muchos sacerdotes, cientos de católicos latinos participaron en el Encuentro -- una de las sesiones de impacto del Congreso, la cual fue ofrecida en español.

Andrés Arango, el maestro de ceremonias de estas sesiones, explicó el plan de estas sesiones de tres días para profundizar en el misterio del amor eucarístico de Jesús, y que el domingo todos serán enviados a ser discípulos misioneros.

Tras los cantos de adoración y la lectio divina, los ponentes de la sesión, el obispo de Brownsville, Texas, Daniel Flores, y Mabel Suárez, la representante de la Renovación Carismática en la Región 8 de Estados Unidos y Canadá, se centraron en Jesús como cumbre del encuentro y fuente del amor.

El obispo Flores, quien es el encargado de todo lo relacionado con el Sínodo de la Sinodalidad en Estados Unidos, habló del llamado a renovar el espíritu de misión y de comunión y de la participación de la Iglesia en el mundo de hoy al vivir de la manera que el Señor nos llama.

Y la manera es su “pobreza”, una palabra que muchas veces el mundo no quiere oír, acotó el obispo.

“Pero necesitamos oír y entender en qué sentido San Pablo nos anima a reconocer que es la pobreza de Cristo que nos ha salvado,” dijo. Poque así “vamos a entender cómo nosotros vamos a ser misioneros y ofrecer algo al mundo”.

“El mundo no se va a salvar porque ofrecemos nuestra riqueza”, continuó. “Jesús se entregó en su pobreza para saber que nuestra pobreza es la riqueza de la Iglesia”.

El sacramento del altar revela esta pobreza y gracia, que va más allá de la pobreza material, sino que es la vulnerabilidad en que “Dios ha sido uno de nosotros” y se hizo accesible al recorrer los pueblos y ser “tocable” como lo hizo con la hemorroisa de los relatos del Evangelio.

“El Señor nos pide ser accesibles a los más vulnerables y no escondernos para que nadie nos toque,” dijo.

“Parece que parte del sueño, de la felicidad del mundo de hoy, es buscar yo quedarme aislado dentro de mi hogar perfecto para que no tenga yo que depender de nadie”, reflexionó. Pero “el Señor nos salvó a través de su ser vulnerable y accesible”.

Durante su intervención, Suárez, quien es una psicóloga especialista en el cuidado pastoral, instó a las personas a dejarse amar por Jesús, que “está en la eucaristía esperando derramarse en toda su totalidad”.

Además de exhortar a los presentes a vivir el amor de Dios en la Eucaristía para poder compartirlo, ella dio su testimonio de necesitar la presencia de Dios durante la pandemia y se dio cuenta que muchas veces ella se sentía llamada a la presencia y no pudo ir. “Cuando hablo de ti, cuando no hablo contigo”, pensó en ese momento.

Así que cuando empezaron las procesiones en su Dio´cesis de Orange, California, ella buscaba a Jesús. Después de la pandemia, nuevamente consciente que Dios estaba presente en la eucaristía, ella regresaba “a los pies del Señor”.

“En esa eucaristía venimos con fatigas … desolaciones”, pero vemos cómo “el Señor restaura, fortalece, y anima en la misión”, dijo.

Todos estamos llamados a dar a conocer a Dios vivo en tu vida para que más hermanos “se encuentren el Cristo que hemos encontrado”, concluyó.

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Maria-Pia Chin es la editora de español de OSV News.