ANÁLISIS: Se nos escapa la esperanza hispana como agua entre los dedos

Sin lugar a dudas, la mayor fuerza transformando la experiencia católica estadounidense es la presencia hispana. Este ha sido el caso por más de medio siglo. Los hispanos representamos aproximadamente el 71% del crecimiento de la población católica en los Estados Unidos desde 1960.



En el año 2023, de los 63.7 millones de hispanos que vivimos en los Estados Unidos, aproximadamente 31 millones nos identificamos como católicos romanos. Si los católicos hispanos conformáramos un país, demográficamente seríamos el octavo país más poblado de las Américas, precedido sólo por los Estados Unidos (334 millones), Brasil (216.5 millones), México (128 millones), Colombia (52 millones), Argentina (46 millones), Canadá (39.8 millones), y Perú (34.5 millones).



El Centro de Investigación Aplicada para el Apostolado (o CARA, por sus siglas en inglés) estimó que en el año 2022 había 73.5 millones de católicos en el país. Esto indica que los 31 millones de hispanos mencionados anteriormente representaríamos aproximadamente el 42% de la población católica total de los Estados Unidos. Un estimado más conservador por parte del Directorio Católico Oficial sugiere una población católica en los Estados Unidos de 66.5 millones en ese mismo año, lo que haría que los hispanos representáramos aproximadamente el 47% de todos los católicos en los Estados Unidos.


Más de dos tercios (aproximadamente el 68%) de los hispanos nacieron en los Estados Unidos. Sin embargo, cuando nos enfocamos en la población católica hispana, ésta está casi igualmente repartida entre inmigrantes y nacidos en los Estados Unidos. La población inmigrante tiende a ser de mayor edad y es probable que esté más involucrada en la vida de las parroquias y otras comunidades de fe.



Estos números no deben ser motivo de distracción. Lo importante es saber que casi la mitad de todos los católicos de los Estados Unidos nos identificamos como hispanos. La mayoría de los católicos menores de 25 años son hispanos. El presente y el futuro venidero del catolicismo estadounidense están íntimamente ligados a la experiencia hispana.



La presencia hispana también ha redefinido drásticamente el catolicismo estadounidense a nivel geográfico. Desde la fundación de los Estados Unidos como nación, la mayoría de los católicos han vivido en el noreste y el medio oeste. Debido al rápido crecimiento y a la fuerte presencia de los hispanos, y las regiones del país en donde la mayoría de nosotros vivimos, esto ya no es cierto. La mayoría de los católicos estadounidenses hoy en día viven en el sur y el oeste del país.



Esto no significa que la presencia hispana es lánguida en el noreste y en el medio oeste del país. ¡Al contrario! Es bastante fuerte y sigue creciendo, especialmente en los grandes centros urbanos como Nueva York, Chicago, y Arlington en Virginia, entre otros, donde la mayoría de los católicos se identifican como hispanos.



Gran parte de la experiencia católica en nuestro país durante los próximos años estará definida notablemente en el sur y en el oeste del país, y en los grandes centros urbanos donde los católicos hispanos estamos presentes en grandes números.



Fuente de esperanza

Cuando hablamos de los católicos hispanos en nuestra Iglesia con frecuencia los hacemos con un profundo sentido de esperanza. Hay muchas razones para que esto sea así. Permítanme destacar cuatro.



--Primero, muchas diversas expresiones culturales y formas de vida que identifican a millones de hispanos en los Estados Unidos reflejan cómo el catolicismo está profundamente arraigado en ellas. Tal es el resultado de varios siglos de notable influencia por parte de la Iglesia Católica en América Latina y el Caribe, transformando casi todos los aspectos de la vida de las personas en estas regiones.



Aun cuando muchos hispanos no están activamente involucrados en la vida de la Iglesia, al igual que lo que ocurre con muchos otros católicos, estos creyentes siguen siendo sustentados por diversas expresiones de catolicismo cultural que inspiran sus valores y compromisos, lo que hace que sean receptivos a nuevos esfuerzos evangelizadores.



--Segundo, los hispanos somos una comunidad muy joven, con una edad promedio de 30.7 años. El promedio de edad de la población no hispana es de 41.1 años. Cerca de la mitad de los hispanos tienen menos de 30 años. La mayoría de los hispanos están en una época de sus vidas en la cual están formando familias y tomando decisiones profesionales. Estos momentos cruciales exigen un acompañamiento pastoral muy cercano.



Si quisiéramos tener un perfil del católico hispano promedio en los Estados Unidos, deberíamos pensar en una joven de 24 años, hija de inmigrantes, nacida o criada en los Estados Unidos, buscando un mejor trabajo y tal vez decidiendo si casarse o posponer esta importante decisión para más adelante, aunque sin cerrarse a la idea de tener hijos.



La presencia de jóvenes hispanos es claramente notable en nuestras comunidades parroquiales a donde las familias van regularmente a la iglesia con sus hijos. En la mayoría de las parroquias con ministerio hispano, el número de bautismos, primeras comuniones, y confirmaciones es por lo general más alto que en el resto de parroquias. Las familias hispanas jóvenes y nuestros hijos somos una verdadera presencia renovadora en la vida de miles de parroquias en todo el país.



--Tercero, gran parte de la energía revitalizante que viene de la comunidad católica hispana está fundamentada en un sentido profundo de lo sagrado, aquello que los católicos tradicionalmente hemos reconocido como una "imaginación sacramental". Tal sentido de lo sagrado para los hispanos se hace vida no sólo en la celebración de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, sino también en las diversas expresiones de catolicismo popular que se hacen vida en casi todos los aspectos de nuestro diario existir.



La vida espiritual de muchos cató