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Aug. 13 2024

Religiosas siembran 'semillas de esperanza' entre niños vulnerables de El Salvador

byRhina Guidos, OSV News

Sister Silvia Flores talks to a woman selling fruit Jan. 25, 2024, in San Salvador to see if she has any children who could be a good fit in a new program at the Colegio Eucarístico run by her congregation, the Mercedarian Sisters of the Blessed Sacrament. (OSV News photo/Rhina Guidos, Global Sisters Report)



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SAN SALVADOR (OSV News) -- La hermana mercedaria Silvia Flores cruzó la calle y fijó la vista en la mujer que vendía fruta. La religiosa, sin embargo, no buscaba comprar nada.

Ella solo quería ofrecerle a la frutera una semilla valiosa que endulzara un poco el futuro de sus hijos: la educación.

Con el proyecto Sembrando Semillas de Esperanza, una iniciativa del Vaticano lanzada en 2023 pero implementada a principios de 2024, niños y jóvenes en situaciones vulnerables pueden recibir matrícula gratuita en escuelas católicas y colegios en El Salvador, donde la pobreza, la migración y el encarcelamiento van en aumento.

La Conferencia de Religiosos de El Salvador (Confres), que tiene a la hermana Flores como secretaria general, es la organización a cargo de ejecutar la iniciativa. La religiosa también es la coordinadora nacional del proyecto.

Casi dos docenas de congregaciones exclusivamente de religiosas -- entre ellas Hermanas Franciscanas y Hermanas Carmelitas de San José -- participan en esta iniciativa. La congregación de la hermana Flores, las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento, que administra el Colegio Eucarístico en el centro de San Salvador, fue una de las primeras en participar.

"Nosotros no somos ajenas a esta situación", dijo la hermana Yanira Cruz, directora de la escuela, a Global Sisters Report en una entrevista el 25 de enero. Ese mismo día, cuatro niños aparecieron en la puerta de la escuela buscando participar en la iniciativa impulsada por hermanas como la hermana Flores, quienes salen a la calle a buscar alumnos entre los pobres.

"La zona donde está nuestro colegio es de mucha vulnerabilidad, porque hay mucha drogadicción, prostitución, y niños que están en los semáforos limpiando vidrios o vendiendo fruta de los canastos; ese tipo de cosas… lo que se llama la economía informal", explicó.

Cerca de esas canastas, con frecuencia se encuentran niños, dicen las hermanas. Ellos ayudan a sus madres o cuidadores a buscar el vuelto del dinero y a vigilar la mercancía mientras los adultos corren a vender a las personas que pasan en los carros o autobuses -- con la esperanza de ganar lo suficiente para que todos puedan comer ese día.

En los barrios pobres, donde las familias enfrentan el hambre, el dinero para la educación se convierte en una preocupación secundaria.

Por eso, cuando las hermanas les contaron a las madres, tías, abuelas y otras personas que cuidan de menores y trabajan en la economía informal sobre la matrícula gratuita en sus escuelas, no podían creer la oportunidad que se les presentaba.

Además de la matrícula, los alumnos que califican para este proyecto pueden participar en actividades extracurriculares gratuitas, como música, deportes o arte, explica la hermana Cruz. Si alguno de estos jóvenes y niños necesitase ayuda psicológica, nutricional, médica o espiritual, también la recibirá gratuitamente.

Lamentablemente no es una oportunidad que todos podrán aprovechar, incluso si califican.

"Una de las mujeres me dijo: 'Madre, a los pequeños los voy a dejar, pero el grande, él me tiene que ayudar a trabajar'", recuerda la hermana Cruz.

Cansados de luchar, algunos padres de familia deciden abandonar el país, dejando atrás a sus hijos, a veces bajo el cuidado de un familiar o un amigo; otras, para siempre, explica la hermana Flores.

El abandono en el pasado contribuyó al auge de las maras o pandillas en El Salvador, dijo la hermana Flores. En la actualidad, funcionarios eclesiásticos como el arzobispo Luigi Roberto Cona, nuncio apostólico ante El Salvador, se preocupan por lo que podría significar para el país una nueva generación de niños separados de sus padres, ya sea por la pobreza que los obliga a emigrar o por el encarcelamiento que separa a padres y madres de sus hijos.

"Como ciudadanos, no podemos dejar de reconocer que los números elevados de abandono y descuido pueden representar una verdadera emergencia social con el riesgo de transformarse en una nueva forma más violenta de delincuencia organizada", dijo el arzobispo Cona el 7 de diciembre de 2023, al anunciar la iniciativa financiada por el Vaticano a funcionarios eclesiásticos, así como a miembros de organizaciones salvadoreñas y de la sociedad civil.

Él dijo que ;a Iglesia ha abierto las puertas de sus escuelas, pero queda mucho trabajo por hacer, y pidió a los salvadoreños con recursos, así como a otras organizaciones, que se solidaricen con los pobres y ayuden económicamente para que más niños puedan beneficiarse.

"Estos niños y jóvenes son nuestros hijos, ya que son hijos de Dios y ciudadanos salvadoreños", manifestó el arzobispo Cona, quien hizo una serie de interpelaciones: "¿Cómo podemos divertirnos sabiendo que en nuestras comunidades hay niños y jóvenes que no logran comer bien ni siquiera una vez al día, que no reciben una justa atención médica, que se han alejado la escuela, haciendo trabajos ocasionales, y que viven en la calle a la merced de cualquier forma de violencia y delincuencia? ¿Cómo podemos disfrutar de nuestra vida, aparentemente perfecta, cuando hay niños y jóvenes que no gozan del cuidado de una familia y tampoco reciben cariño y ternura, viviendo marginados, excluidos de nuestras comunidades eclesiales y civiles?".

La hermana Genoveva Henríquez Membreño, de las Hermanas de Nazaret y presidenta de Confres, expuso, ante los reunidos en la inauguración del proyecto Sembrando Semillas de Esperanza, que quienes trabajan con los pobres en el país a menudo ven el costo humano de esa falta de solidaridad.

Ayudar al proyecto, agregó la religiosa, es una invitación a construir el nuevo rostro de la Iglesia en El Salvador siguiendo los pasos de san Óscar Romero, quien instó a trabajar en beneficio de los pobres y excluidos.

"Vemos a muchos niños en los vertederos de basura recogiendo cosas desechadas para encontrar algo que comer o que vestir, convertidos ellos mismos en parte de un vertedero humano, sin que exista ningún sentimiento de solidaridad de parte de muchos de nosotros", se lamentó y exhortó: "Existen soluciones; lo que falta es voluntad".

El Salvador es un país profundamente desigual, tal como lo recoge un artículo científico de la Enciclopedia Británica: "Los ingresos del 10 % más rico de la población son casi 50 veces superiores a los del 10 % más pobre".

Las consecuencias de esas desigualdades, pasadas y presentes, tienen un costo profundo para el país, dijo la hermana Henríquez, en alusión a los problemas sociales y económicos que surgen de esta disparidad, como la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades educativas y laborales.

"Hay más de 100.000 niños afectados por el abandono, la desintegración familiar pospandemia, la migración, el régimen de excepción", afirmó la religiosa, con referencia a una medida del Gobierno que ha llevado a la cárcel a casi 80.000 salvadoreños. Y esto ha afectado sobremanera a los niños y jóvenes de este país centroamericano.

"Tenemos niños excluidos al derecho fundamental a la vida, además privados de tener educación, acceso a atención sanitaria, alimenticia, medicina, seguridad", añadió la religiosa.

Hasta ahora, 1.652 niños de todo El Salvador se han beneficiado del proyecto Sembrando Semillas de Esperanza, dijo la hermana Flores a GSR el 19 de junio. Entre ellos uno llamado Sebastián, quien contó a GSR que quería estudiar para llegar a ser "paleontólogo, director de cine, astronauta, cantante... y doctor", porque le "gusta cuidar a la gente".

La hermana mercedaria Rosa Esperanza López Oliva le dio la bienvenida a Sebastián igual que a un nuevo grupo de alumnos, ante quienes pronunció palabras de aliento a medida que cada uno entraba a su nueva escuela.

Sobre esta actitud, el arzobispo Cona, el nuncio papal, aseveró que no hay mejor testimonio que un rostro sonriente y acciones concretas para demostrar a niños y jóvenes que alguien se preocupa por ellos.

"Les ayudará a crecer percibiendo que alguien los ama y actúa para su bien", dijo. "El recuerdo de esa gente que sencillamente se acercó a ellos será, sin duda, testimonio y la catequesis más creíble que podamos pronunciar, y se quedará en sus corazones".---Rhina Guidos es corresponsal regional para América Latina de Global Sisters Report.---

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