En medio del horror de la guerra en Ucrania, religiosas llevan a los pueblos luz, esperanza y un motivo para seguir adelante

VARSOVIA, Polonia (OSV News) -- Al cumplirse tres años de la invasión rusa a gran escala en Ucrania el 24 de febrero, dos religiosas llevan esperanza a quienes han perdido los motivos para sonreír, entre ellos niños que dejaron atrás la alegría propia de la infancia y agricultores cuyos campos, ahora minados, han quedado inservibles.

La hermana Victoria Andruschina, de la Congregación de las Hermanas de los Ángeles, decidió quedarse en el país cuando empezó la guerra, a pesar de haber recibido la orden de evacuar.

"Lloré y supliqué a mis superioras que me dejaran quedarme", confesó la hermana Victoria. "Sentía que era aquí donde más me necesitaban, junto a los niños que se habían quedado. Doy gracias a Dios y a mis superioras por permitírmelo".

La Congregación de las Hermanas de los Ángeles, que no usan hábito, fue fundada en 1889, en una época en que el zar ruso perseguía a la Iglesia.

Antes de la guerra, la hermana Victoria trabajaba en un jardín de infantes. Cuando comenzó la invasión rusa, decidió seguir ayudando a aquellos que más lo necesitan en tiempos de guerra: los niños. Junto con un grupo de voluntarios laicos del Servicio Cristiano de Rescate, recorre aldeas en el este de Ucrania, justo en la línea de combate, y organiza programas para los más pequeños. La iniciativa se llama "Ángeles de la alegría" y tiene un propósito sencillo: devolverles la sonrisa.

"Nunca sabemos si podremos llevar a cabo un programa", dijo la Hermana Victoria, "y nunca sabemos si podremos regresar. Ser voluntario en la guerra no implica solamente salir de la zona de confort, sino arriesgar la vida", afirmó.

Juegos, concursos y música -- que a veces no logra silenciar el estruendo de la guerra -- forman parte de las actividades, junto con regalos y golosinas. "Los ángeles llevan alegría a los niños y esperanza a sus padres", dijo la hermana a OSV News."Es un rayo de luz en medio de la oscuridad en la que viven", añadió.

"Estas personas han vivido cosas terribles. Nuestras iniciativas son, en muchos casos, la primera oportunidad que tienen de reunirse en un grupo tan grande. Los chicos no van a la escuela, se quedan en sus casas -- o en lo que queda de ellas -- porque incluso estar en el patio es peligroso. No tienen contacto con los demás", explicó la hermana Victoria.

"Es muy difícil organizar estos encuentros, porque los niños no se comportan como tales. Están asustados, tristes, tienen miedo de la gente, de los ruidos, de jugar. Es como si tuvieran miedo de ser niños", añadió.

"El cambio que vemos durante nuestras actividades es increíble", continuó. "De a poco, los niños se van soltando, se relajan, participan en los juegos, sonríen, a veces por primera vez en mucho tiempo. La sonrisa de un niño es la mayor recompensa por este esfuerzo. Vale la pena correr el riesgo".

Y el riesgo es una realidad. La hermana Victoria dijo a OSV News que sabe que cualquier viaje cerca del frente de combate podría ser el último.

"¿Tengo miedo? Sí", dijo, y añadió: "No tanto a la muerte, porque significa la vida eterna, sino al hecho de que ya no podré ayudar a los demás. También siento una gran responsabilidad por los voluntarios que me acompañan. Esta fue una iniciativa mía, así que cargo con el peso de la responsabilidad".

"Ángeles de la Alegría" no es el típico evento con fines evangelizadores. Pero la fe está presente en todo momento.

"No le decimos directamente a las personas que Dios los ama, no citamos las Escrituras, pero nuestro objetivo es que, al final de cada encuentro, ellos puedan decir: ‘Alabado sea el Señor porque mi hijo sonrió’", explicó la hermana Victoria a OSV News.

"Son ellos los que nos preguntan quiénes somos y quién respalda esta iniciativa. Nos preguntan: ‘¿Quién está tan loco como para arriesgar su vida solo para hacer felices a los niños?'. Y cuando me preguntan, les respondo: 'Dios es mi fortaleza, y si no fuera por Él, no estaría aquí'. Y esa es nuestra forma de evangelizar. Es más que palabras", dijo la religiosa.

En estos tres años de guerra, "Ángeles de la Alegría" ha logrado hacer sonreír a más de 20.000 niños ucranianos. Esta campaña es posible gracias al apoyo de patrocinadores: organizaciones católicas y personas que desean contribuir.

La hermana Renata Jurczak, de la congregación polaca de las Hermanas Orioninas, lleva 30 años en Ucrania. Al principio, ayudaba a los desamparados y a los niños en situación de calle. Ahora trabaja en un hogar para madres solteras en Korotych, cerca de Járkov, y organiza clases para ayudar a los niños a superar el trauma de la guerra.

"Estos niños saben todo: qué bomba va en qué dirección, qué arma la dispara, quién está disparando, nuestros chicos o los soldados del otro bando. Son como pequeños adultos. No tienen infancia", explicó a OSV News.

Ella y su compañera también visitan aldeas en la línea de combate que han quedado en ruinas, donde algunos residentes han regresado.

"Cada mañana, esas personas salen a la puerta de sus casas y miran lo que hay alrededor", dijo la hermana.

Lo que ven son terrenos agrícolas totalmente destruidos, quemados y sin vida. Todo está minado, es imposible cultivar la tierra. "Y cuando no pueden sembrar sus campos, ya no tienen un propósito en la vida", explicó la hermana Renata.

Fue entonces cuando a las hermanas se les ocurrió una idea para devolverles ese propósito. Así nació "La campaña del pollito".

"Compramos pollitos recién nacidos, junto con el alimento necesario para todo el proceso de crianza, y los llevamos a familias que puedan encargarse de criarlos", dijo la hermana Renata a OSV News. "No sabíamos si la idea iba a funcionar, la gente estaba tan resignada, pero los efectos fueron sorprendentes. Personas al borde de la depresión lloraban de emoción al encontrar una ocupación y una nueva razón para seguir adelante. Nos dimos cuenta de que esto era lo que realmente necesitaban", reflexionó la hermana.

La campaña se repite con frecuencia y, además, las hermanas organizan otros eventos e iniciativas a largo plazo, como talleres de costura, que permiten a las mujeres ucranianas adquirir nuevas habilidades y puestos de trabajo.

"Cuando hay ayuda, renace la esperanza. Se dan cuenta de que no todo está perdido, de que es posible empezar de nuevo", afirmó la hermana Renata. "A menudo la gente dice: ‘Tal vez Dios sí existe, ya que ustedes vienen aquí, a lugares donde ya no viene nadie’".

Cuando empezó la guerra, les preguntaron a las Hermanas Orionitas si preferían regresar a Polonia. Todas eligieron quedarse.- - - Katarzyna Szalajko escribe para OSV News desde Varsovia.- - - VARSOVIA, Polonia (OSV News) -- Al cumplirse tres años de la guerra en Ucrania, las religiosas ofrecen esperanza y alegría a quienes sufren a causa del conflicto. La hermana Victoria Andruschina, de las Hermanas de los Ángeles, ha permanecido en Ucrania, a pesar de las órdenes de evacuación, para llevar esperanza a los niños que viven en zonas de guerra. A través de su iniciativa "Ángeles de la Alegría", dirige programas para niños en aldeas que se encuentran en la zona de combate, para que puedan volver a sonreír a pesar del trauma. Aunque pone en riesgo su vida con cada iniciativa, confesó a OSV News que tiene miedo, pero no tanto de la muerte, "porque significa la vida eterna", sino de no poder ayudar a los demás. Su principal motivación para seguir adelante es ver cómo los niños vuelven a sonreír gracias a la iniciativa de las hermanas. Por su parte, la hermana Renata Jurczak, de las Hermanas Orioninas polacas, ayuda a las familias afectadas por la guerra mediante una iniciativa llamada "campaña del pollito", que les da un propósito al criar aves de corral. Ambas hermanas subrayan el impacto de su trabajo, ya que muchos han encontrado una nueva fuente de esperanza y un sentido de propósito. Sus esfuerzos, impulsados por la fe y el apoyo de la comunidad, han ayudado a miles de ucranianos a soportar la dura realidad de la guerra.