¿Un refugio para padres? Encuéntralo en las profundidades del Sagrado Corazón



A medida que se acerca el verano en EE.UU. es bueno recordar que la Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, al que reconoce como una poderosa fuente de esperanza y consuelo incalculable. No importa cuánto exploremos las profundidades del Corazón de Cristo, siempre descubriremos que todavía podemos llegar más hondo.



El Sagrado Corazón se parece bastante al Gabinete de Curiosidades que aparece en varios de los libros del Mundodisco de Terry Pratchett: una estructura misteriosa que nadie termina de comprender, pero que todos saben instintivamente que es vital para el buen funcionamiento de, en definitiva, todas las cosas.



A simple vista, el gabinete parece un mueble antiguo común y corriente con patas arqueadas y pies con garras, pero al abrirlo revela un sinfín de espacios que se ramifican en direcciones innumerables. La inexplicable amplitud y extensión interior del gabinete pueden contener un número infinito de artefactos, mientras los magos se desplazan explorando su vastedad hasta perderse de vista, como los átomos que nos mantienen unidos.


Dependiendo de la representación de un artista, el Sagrado Corazón de Jesús, que sin duda me sostiene y da fuerza para seguir adelante, puede parecer un corazón ardiente coronado de espinas, o un abstracto colorido de movimiento pulsante. Desde una perspectiva lateral, especialmente si uno tiene una mentalidad científica, el Sagrado Corazón puede asemejarse a un conjunto de Mandelbrot infinito. Incluso puede parecerse a un corazón humano funcional: cavidades con vasos abiertos por los que recibe lo que necesita para funcionar: la voluntad de Dios, el amor ardiente del Señor y el oxígeno de nuestras oraciones confiadas.



Mi devoción al Sagrado Corazón surgió con la maternidad. Cuando era una madre joven, las representaciones del Corazón de Cristo comenzaron a aparecer en mi camino, como si Jesús me estuviera dejando mensajes de amor, hasta que me vi obligada a prestarles atención. Tras décadas de contemplación, el rezo de innumerables letanías y una entronización en mi hogar, sigo sin poder dimensionar la verdadera inmensidad de esta "morada de justicia y amor". Me quedo reflexionando sobre el Corazón de Cristo como un constante gesto de empática, que ofrece "el lugar más seguro" de protección y consuelo que todos buscamos y necesitamos en nuestras vidas.



Como dice el refrán, después de 39 años de ser madre, "he visto algunas cosas" y aprendido unas cuantas lecciones:



Primero: Los padres no deben parpadear, no solamente porque nuestros hijos puedan pintar perros, tirar las llaves del coche al inodoro y caerse de los árboles en un abrir y cerrar de ojos, sino porque el tiempo vuela. Ahora tienen licencias de conducir y uno pasa las noches en vela; luego se mudan y se convierten en adultos. Un día vienen y te enseñan sus primeras canas. Sí, pasó así de rápido. Todo lo que podemos hacer es preguntarnos cuántas cosas nos perdimos en un abrir y cerrar de ojos.



Segundo: El arrepentimiento es como un pequeño demonio que se cuela en las pequeñas dudas y recriminaciones nocturnas que todo padre siente a veces, recordándonos nuestros errores. Todos los padres tienen cosas de las que se arrepienten; siempre habrá algo de remordimiento parental justificado. Pero dejar que esos demonios -- que pasan la eternidad burlándose y repitiendo reproches -- nos quiten el sueño a quienes debemos levantarnos temprano para trabajar, es simplemente desperdiciar el fuego del Sagrado Corazón de Jesús, que purifica, limpia y restaura. Confía tus dudas (y a ese demonio) a esas llamas de amor y a ese gran corazón, y duerme tranquilo.



Tercero: El Sagrado Corazón de Jesús es como un refugio para los padres. En realidad, es el refugio de todos nosotros, pero para los padres, es algo misterioso, sobrenatural y que nos conecta con lo divino, alejándonos de cualquier ansiedad porque se siente como un verdadero "hogar". Es el lugar donde podemos depositar con seguridad cada dolor mental y espiritual, cada ansiedad y temor.



Mi hijo mayor acaba de llegar para enseñarme su nueva motocicleta, una hermosa máquina que de inmediato me llenó de un miedo maternal inexplicable. ¿Sabes cuántas cosas malas pueden sucederle a un hijo en una moto? ¡Yo sí! Imaginé cada una de ellas en una fracción de segundo.



Y luego abracé a mi "pequeño" que ya tiene canas, porque siempre será mi pequeño, y le deseé suerte. Reconocí en él a un hombre prudente y cuidadoso que necesitaba una bendición para su moto. Al entrar a la casa para traer el agua bendita, me dirigí directamente al Sagrado Corazón entronizado. Me imaginé metiendo a mi hijo entero, todos mis temores imaginarios y esa inquietante moto profundamente -- tan profundamente como mi propio corazón podía llegar -- en ese misterioso y colosal "origen de todo consuelo".



Y sí, me siento reconfortada.

- - - Elizabeth Scalia es editora de OSV. Síguela en X (anteriormente conocido como Twitter) @theanchoress.