El Congreso Nacional profundiza en la eucaristía como la historia de amor más grande, jamás contada
-- Cientos de sacerdotes, alrededor de 100 obispos, y varios cardenales concelebraron la Misa matutina en el Lucas Oil Stadium el 18 de julio, una liturgia que marcó el inicio del primer día completo del Congreso Eucarístico Nacional que se había inaugurado oficialmente la noche anterior con un avivamiento centrado en una hermosa Hora Santa.
"Recuperar la centralidad de la Misa dominical como pueblo de Dios alimentado con el Pan de Vida tiene que ser la resolución de este gran Congreso Eucarístico", expresó el cardenal Timothy M. Dolan de Nueva York, celebrante principal, en la homilía, reflexionando sobre el "Discurso del Pan de Vida" de Jesús en Juan 6.
"Como ha repetido el Papa Francisco: 'sin Eucaristía, no hay Iglesia'", continuó el cardenal.
Después de la liturgia, las siete "sesiones de impacto" de la mañana, sesiones específicas ofrecidas durante las tres mañanas del congreso, tomaron ese mensaje a fondo, mientras los oradores animaban a las decenas de miles de asistentes al congreso a profundizar en el tema del día, que es el de entender la Eucaristía como "la más grande historia de amor".
Después de la música de la banda Sarah Kroger, la personalidad de la radio católica Katie Prejean McGrady moderó la sesión de impacto "Encounter" de la mañana en el Lucas Oil Stadium. Entrevistó a dos Hermanas de la Vida, la hermana Marie Veritas y la hermana Mary Grace Langrell, quienes compartieron su amor por la Eucaristía, y contaron cómo la presencia real de Jesús en la Eucaristía impactó sus vocaciones religiosas y cómo los encuentros con la Eucaristía han sanado a las personas a las que sirven.
"En la Eucaristía encontramos la mayor medida de nuestro valor", señaló la hermana Mary Grace. "El corazón eucarístico de Jesús es para todo corazón humano".
Monseñor James Shea, presidente de la Universidad de Mary y autor del libro "From Christendom to Apostolic Mission", habló sobre la satisfacción y la Eucaristía. "Dios nos ha hecho de tal manera que estamos incompletos a menos que nos estemos alimentando de Él", enfatizó. "Estamos hambrientos de Dios".
Siguiendo la historia de la salvación, Mons. Shea habló sobre el fracaso, la violencia, y la división experimentados por "la humanidad en estado de desnutrición" después de que Adán y Eva participaran del fruto prohibido. En medio de su desobediencia, Dios enseñó a su pueblo a confiar en él nuevamente, hasta que hizo algo "más allá de la imaginación", enviando a su Hijo Jesús para comer y beber entre ellos, y para ser su alimento.
"Nos alimentaremos de Dios o de otra cosa, y cualquiera que sea esa otra cosa, siempre nos dejará hambrientos", añadió Mons. Shea, invitándolos a "comer y beber" de la Eucaristía y luego "salir corriendo a un mundo hambriento y decirles a todos los que encontremos: '¡Gente hambrienta, escuchen! ¡Encontramos dónde está la comida!'"
Al mismo tiempo que se celebraba la Misa en el estadio, se llevaron a cabo otras dos liturgias en el congreso, incluyendo una Misa celebrada en español por el cardenal Seán P. O'Malley de Boston y concelebrada por muchos obispos y sacerdotes. Después de la Misa en español, cientos de católicos latinos participaron en la sesión de impacto en español: Encuentro.
Tras los cantos de adoración y la lectio divina, los ponentes de la sesión, el obispo de Brownsville, Texas, Daniel Flores, y Mabel Suárez, la representante de la Renovación Carismática en la Región 8 de Estados Unidos y Canadá, se centraron en Jesús como cumbre del encuentro y fuente del amor.
El obispo Flores, quien es el encargado de todo lo relacionado con el Sínodo de la Sinodalidad en Estados Unidos, habló del llamado a renovar el espíritu de misión y de comunión y de la participación de la Iglesia en el mundo de hoy al vivir de la manera que el Señor nos llama. Desde su "pobreza", una palabra que muchas veces el mundo no quiere oír, acotó el obispo.
"Pero necesitamos oír y entender en qué sentido San Pablo nos anima a reconocer que es la pobreza de Cristo que nos ha salvado," dijo. Porque así "vamos a entender cómo nosotros vamos a ser misioneros y ofrecer algo al mundo".
"El mundo no se va a salvar porque ofrecemos nuestra riqueza", continuó. "Jesús se entregó en su pobreza para saber que nuestra pobreza es la riqueza de la Iglesia".
El sacramento del altar revela esta pobreza y gracia, que va más allá de la pobreza material, sino que es la vulnerabilidad en que "Dios ha sido uno de nosotros" y se hizo accesible al recorrer los pueblos.
"El Señor nos pide ser accesibles a los más vulnerables y no escondernos para que nadie nos toque," dijo.
Durante su intervención, Suárez, quien es una psicóloga especialista en el cuidado pastoral, instó a las personas a dejarse amar por Jesús, que "está en la eucaristía esperando derramarse en toda su totalidad".
Además de exhortar a los presentes a vivir el amor de Dios en la Eucaristía para poder compartirlo, ella dio su testimonio de necesitar la presencia de Dios durante la pandemia y se dio cuenta que muchas veces ella se sentía llamada a la presencia y no pudo ir. "Cuando hablo de ti, cuando no hablo contigo", pensó en ese momento.Así que cuando empezaron las procesiones en su Diócesis de Orange, California, ella buscaba a Jesús. Después de la pandemia, nuevamente consciente que Dios estaba presente en la eucaristía, ella regresaba "a los pies del Señor".
"En esa eucaristía venimos con fatigas
desolaciones", pero vemos cómo "el Señor restaura, fortalece, y anima en la misión", dijo. Todos estamos llamados a dar a conocer a Dios vivo en tu vida para que más hermanos "se encuentren el Cristo que hemos encontrado", concluyó.
En la sesió