El Papa pide que la ayuda humanitaria llegue a Gaza y Sudán
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- Cuando el Papa Francisco dice que la Iglesia Católica da la bienvenida a todos -- "todos, todos, todos" -- está señalando una enseñanza básica de la fe cristiana, que es que Cristo vino a salvar a todas las personas.
Si bien muchos comentaristas en las redes sociales parecían preferir centrarse primero en la necesidad de que otros se conviertan, el Papa insiste en que la conversión debe comenzar con aquellos que ya están "dentro", quienes deben abrir las puertas de la Iglesia y de sus corazones a todos.
Pero dar la bienvenida a un recién llegado y ayudar a esa persona a crecer en la fe y la virtud cristiana tiene implicaciones desafiantes para los trabajadores pastorales, escribió el padre jesuita Nuno Tovar de Lemos, director del Centro Comunitário São Cirilo en Oporto, Portugal, en la revista La Civiltà Cattolica, que es revisada por la Secretaría de Estado del Vaticano antes de su publicación.
El artículo del sacerdote jesuita sobre acoger a todos y llamarlos a madurar en la fe fue publicado el 4 de noviembre, apenas cuatro días antes de que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe publicara en su sitio web un documento afirmando la posibilidad de bautizar a una persona transgénero, bautizar al hijo de una pareja gay y permitir que personas transgénero y LGBTQ+ sirvan como padrinos o testigos de matrimonio.
En cada una de esas situaciones, el dicasterio doctrinal dijo que la "prudencia pastoral" y el discernimiento son necesarios para asegurar el cuidado pastoral de la persona involucrada, preservar la dignidad de los sacramentos y evitar escándalo o confusión indebida sobre lo que enseña la Iglesia.
"Que Dios quiera acoger a todos es una verdad de fe. Ningún cristiano puede cuestionar la acogida universal e incondicional del corazón de Dios sin romper muchas páginas del Evangelio", escribió el padre de Lemos. "Dios no pone condiciones".
Sin embargo, es cierto que como se lee en el Evangelio, Jesús encuentra personas, las escucha y luego las llama a la conversión. El orden de estos sucesos es esencial, escribió el jesuita.
"El Papa no ha dicho ni cree que esta acogida universal signifique, por ejemplo, que la Comunión debe darse a todos o que a partir de ahora la Iglesia dejará de presentar el ideal del matrimonio para toda la vida o que empezará a hablar de heterosexualidad y homosexualidad en igualdad de condiciones", afirmó. "Lo que el Papa rechaza es la idea de que algunas personas primero deben cambiar para luego ser aceptadas en la vida de la Iglesia".
Cada caso es diferente, dijo, y qué tan activamente puede participar cada persona una vez que es bienvenida en la parroquia diferirá según dónde se encuentre en su viaje espiritual y según las sensibilidades de la comunidad parroquial.
Puso el ejemplo de un político con ideas "incompatibles con el Evangelio", pero que ha comenzado a trabajar como voluntario en una organización benéfica parroquial y quiere ser más activo en la liturgia. Mientras que algunos feligreses le darían la bienvenida en un papel público, como el de lector, otros se escandalizarían.
"Situaciones como ésta, en las que hay distancia entre los ideales objetivos del cristianismo y la realidad de la persona, son 'el pan nuestro de cada día'" en una parroquia, escribió el padre de Lemos. Pero el objetivo es siempre el mismo: acoger a las personas y ayudarlas a crecer.
Las salidas fáciles, pero "falsas", dijo, son las del "relativismo", que simplemente acepta todo lo que hace todo el mundo, y el "sectarismo", que "pone una garita de control en la puerta de la iglesia" y le dice a la gente que no entrarán a menos que estén a la altura de los ideales predicados -- pero no siempre vividos -- por quienes ya están dentro.
A lo largo de la historia, los cristianos se han inclinado por una u otra salida, escribió el jesuita. "En la fase en la que nos encontramos ahora en Occidente, es obvio que tendemos más -- casi completamente -- al relativismo" y luchamos por convencer a la gente de que tener ideales no es lo mismo que condenar a quienes no los viven.
En el vuelo de regreso a Roma desde la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal, donde hizo repetidamente el comentario de acoger a "todos, todos, todos", le preguntaron al Papa Francisco cómo podía decir que la Iglesia estaba abierta a todos y, sin embargo, "no todos tienen los mismos derechos y oportunidades" dentro de la Iglesia, incluso para recibir los sacramentos.
"La Iglesia está abierta para todos; luego hay legislaciones que regulan la vida dentro de la Iglesia. Y el que está dentro está de acuerdo con la legislación", dijo el Papa, añadiendo que sólo porque la Iglesia dice que alguien no puede recibir los sacramentos "no quiere decir que la Iglesia esté cerrada".
"Cada uno, en la oración, en el diálogo interior, en el diálogo pastoral con los agentes de pastoral, busca el camino a seguir", afirmó.
El padre de Lemos escribió que sabe que a mucha gente le hubiera gustado que el Papa Francisco hubiera explicado en la Jornada Mundial de la Juventud la distinción entre acoger a "todos" en la Iglesia e invitarlos a todos a la Comunión o a servir como profesores de catecismo o lectores.
Pero defendió la decisión del Papa, primero porque el Santo Padre hablaba en un evento donde "su voz podría llegar a personas que no frecuentan regularmente los sacramentos ni leen los documentos del magisterio y tal vez piensan que la Iglesia no es el lugar para ellos".
En segundo lugar, escribió el sacerdote, debido a que la situación de cada persona es diferente, el Papa no pudo enumerar todas las condiciones posibles sobre quién puede hacer qué dentro de una comunidad parroquial determinada. Corresponde a los pastores locales, que conocen a la persona y sus circunstancias, encontrar "la mejor manera de acoger y ayudar a crecer a cada persona".
"Que la Iglesia sea para todos debería llenarnos de alegría a cada uno de nosotros", escribió el padre de Lemos. "Es un bien que no está reservado sólo a quienes ya viven en un estado ideal. Si así fuera, ¿quién encontraría un lugar en ella?".