byPor Carol Glatz, Catholic News Service
Pope Francis meets with French President Emmanuel Macron at the Pharo Palace in Marseille, France, Sept. 23, 2023. (CNS photo/Vatican Media)
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MARSELLA, Francia (CNS) -- El Papa Francisco llegó a la antigua ciudad portuaria de Marsella el 22 de septiembre para una visita de dos días que se centraría en la difícil situación de los migrantes y otras oportunidades y amenazas que enfrentan el Mar Mediterráneo y las naciones a lo largo de sus costas.
Sentado en una silla de ruedas, el Santo Padre fue recibido por la primera ministra francesa, Élisabeth Borne, y por cuatro niños y un joven que le entregaron flores y otros regalos.
En la alfombra roja sonaron los himnos del Vaticano y de Francia antes de que Borne y él se reunieran brevemente en el aeropuerto.
En declaraciones a los periodistas que volaban con él, el Papa dijo que el viaje tenía como objetivo llamar la atención del mundo sobre "un problema que me preocupa, que es el problema del Mediterráneo".
"La explotación de los migrantes es criminal", así como su detención, había dicho a los periodistas en agosto, y "voy a Marsella por esto".
Durante el vuelo a Marsella, el Papa saludó individualmente a cada reportero y respondió a comentarios y preguntas sobre la última afluencia de migrantes, que a menudo viajan en condiciones extremadamente inseguras y terribles, a la isla italiana de Lampedusa: "Es una crueldad y una terrible falta de humanidad", dijo a un periodista.
"Espero tener el valor de decir todo lo que quiero decir", respondió a las preguntas de otro reportero sobre la situación en Lampedusa. Una fotoperiodista le entregó una fotografía que tomó la semana pasada de un niño que llegaba a la isla de Lampedusa.
El Papa Francisco también habló de cómo los inmigrantes son detenidos en el norte de África "en lagers, luego los lanzan al mar", dijo, visiblemente emocionado.
El acto principal del viaje iba a ser su discurso del 23 de septiembre en los "Encuentros del Mediterráneo", que han reunido a unos 70 obispos y 60 jóvenes de todas las confesiones de 30 países ribereños del Mediterráneo para dialogar juntos. A las reuniones, de una semana de duración, también asisten líderes civiles y de otros ámbitos, que debatirán cuestiones socioeconómicas, ecología, inmigración y conflictos civiles o políticos que afectan a la región en general.
Los organizadores católicos de las reuniones, entre los que se encuentra la Arquidiócesis de Marsella, esperan reunir a todas las partes para centrarse en formas concretas de promover el bien común, ver y respetar la dignidad de todos los seres humanos y reconocer que todos forman parte de una misma familia humana.
Las noticias de migrantes perdidos o fallecidos en el mar y de miles más que llegan a tierra alcanzan su punto álgido en los meses de verano y otoño, y el Papa esperará que surja algo concreto con su viaje. Como dijo en su oración del Ángelus del 17 de septiembre, la migración "representa un desafío que no es fácil".
Pero "debe que afrontarse juntos, ya que es esencial para el futuro de todos, que sólo será próspero si se construye sobre la fraternidad, poniendo en primer lugar la dignidad humana y a las personas concretas, especialmente a las más necesitadas".
Antes de que el Papa partiera hacia el que es su 44 viaje apostólico al extranjero, se reunió en su residencia con una veintena de mujeres, huéspedes de un centro de acogida en el Vaticano gestionado por las Misioneras de la Caridad.